miércoles, 21 de mayo de 2014

LENGUAJE NUEVO, MUNDO NUEVO por Jorge Guebely

Tesis inteligente y veraz la de William Ospina en su reciente ensayo: ‘Pa que se acabe la vaina’. ‘Después de siglos de repeticiones, donde una cultura, un pueblo y un territorio fueron persistentemente borrados y ninguneado por poderes arrogantes, una realidad enorme está emergiendo, un pueblo desconocido está descubriendo su propia existencia, un territorio está brotando a la luz’.

Tesis argumentada con la historia misma de Colombia: el domino brutal de la elite centralista, las mil guerras perdidas de liberales contra conservadores, el fracaso de la modernización económica y política del país; la pavorosa Violencia colombiana aupada por el discurso clerical y conservador de la casta dominante gracias a su espíritu excluyente, mezquino e inhumano.

También el estruendoso fracaso de sus políticas y políticos: el acomodamiento liberal en el regazo conservador; la traición liberal a las luchas campesinas, origen de las guerrillas liberales. La ristra de presidentes que sólo aportaron ignominias con sus mandatos: Con Lleras Camargo comenzaron las ‘repúblicas independientes’ de campesinos excluidos de El Pato, Riochiquito y Guayabero, germen de las FARC. La ineptitud de León Valencia generó el surgimiento del E.L.N. Las trampas de Lleras Restrepo fortalecieron la ANAPO y, más tarde, crearon el M19. López Michelsen fingió liberalismo con el M.R.L. e inició la corrupción que hoy nos ahoga. Hasta nuestros días, los gobiernos no han sido más que un desastre continuado, una piedra menos en la república clerical y conservadora de Colombia.

Nada detiene su desmoronamiento, ni siquiera el discurso optimista de sus adalides. Se siente el lento derrumbe del  sistema tradicional. Se mantiene en pie gracias al hermano mayor del norte. Sus instituciones caminan amañadas y corrompidas: Congreso, Procuraduría, Ministerios, Cortes, Gobernaciones…
Un nuevo lenguaje sustituye al clerical y medieval del país, según Ospina, visualizado plenamente desde Gaitán. Con respetables antecedentes: Isaac, Rivera, Vargas Vila, Barba Jacob, Fernando González, Fernando Vallejo…; con obras mayores: ‘La vorágine’, ‘Cien años de Soledad’…; con luchadores populares: María Cano, Quintín Lame…; con poetas trascendentales: De Greiff, Gonzalo Arango, Aurelio Arturo…
Lenguaje distinto en política y, agregó yo, en ciudadanía. Las comunidades: campesinas, indígenas, afrodescendientes, lgtb, prostitutas, camioneros, taxistas, paperos, cafeteros, estudiantes, docentes, nuevas espiritualidades… reclaman sus derechos e imponen su lenguaje. Surge una nueva semántica con un mundo nuevo, más humano, con aspiraciones igualitarias. Una nueva Colombia nace sobre los escombros del viejo lenguaje clerical-conservador. Percepción nítida de William Ospina expresada en su ensayo. Texto reconfortante, valiente, lúcido y honesto, capaz de ubicarnos en la historia y el futuro de Colombia.

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