Hace 40 años, el golpe militar de
Pinochet develó una vez más la perversidad del capitalismo y la vergüenza de
sus políticos. Último recurso para detener los avances de la Unidad Popular
chilena. Triunfó la tortura, el asesinato, la antidemocracia, para favorecer
los beneficios económicos extraídos de suelo ajeno.
Nada detenía la voracidad de los capitalistas. El 20% de empresas norteamericanas extraían enormes ganancias en Chile y América Latina. En explotación minera habían invertido, hasta el momento, mil millones de dólares, pero se habían sustraído más 7.200 millones. Su hambruna de riqueza en tierra ajena no permitiría la nacionalización del cobre y otras multinacionales.
No estaban dispuestos a respetar los procesos de Chile ni de ningún país. La ITT, con 70% de la telefonía chilena, lideró, desde Estados Unidos, un comité contra Allende. Comité conformado con Purina, Bank of America, Pfizer Chemical y otras empresas más. Desde allí, manipularon la banca privada para bloquear préstamos, boicotearon el mercado del cobre chileno, escasearon los dólares. Se negaron a negociar las indemnizaciones con Orlando Letelier, el embajador chileno en Washington. Salvador Allende les era un político insumiso.
Fomentaron el ‘libre mercado’. Utilizaron el pensamiento de Friedman quien creía que el ‘libre mercado’ complacería las fantasías mentales de todos los pueblos. Varios de los economistas formados en la Universidad de Chicago, bunker del neoliberalismo, se mantuvieron en Chile promoviendo el nuevo modelo económico. ArnoldHarberger, uno de ellos, escribió desde Santiago una carta a sus colegas donde informaba que: ‘en círculos de la derecha se plantea en ocasiones la idea de un golpe militar’. La elección de Nixon ayudó a sus planes quien tenía, según Friedman, ‘…una política exterior creativa y, en general, bastante efectiva’.
Poseían el poder económico suficiente para doblegar, por las buenas o por las malas, a los políticos hostiles. Sólo querían políticos sumisos. Sobornaron con millonarias cantidades a la derecha chilena. Incitaron a la CIA a manipular los resultados electorales contra Allende quien ganaba cada vez más seguidores. Pidieron a Kissinger ‘revisar’ las ayudas internacionales a Chile. Enviaron a Nixon 18 puntos programáticos donde imponían explícitamente el golpe de estado: ‘Contacten con fuentes fiables del ejército chileno…, alimenten y planifiquen el descontento con Allende y luego propongan la necesidad de apartarlo del poder’, citado por Naomi Klein en su libro ‘La doctrina del Shock’.
El experimentó resultó espeluznante: 17 años de dictadura militar, 38 mil torturados, más de 3.200 muertos o desaparecidos. Pavoroso espejo, demasiado repugnante para confiar en el humanismo de la cultura capitalista.
Nada detenía la voracidad de los capitalistas. El 20% de empresas norteamericanas extraían enormes ganancias en Chile y América Latina. En explotación minera habían invertido, hasta el momento, mil millones de dólares, pero se habían sustraído más 7.200 millones. Su hambruna de riqueza en tierra ajena no permitiría la nacionalización del cobre y otras multinacionales.
No estaban dispuestos a respetar los procesos de Chile ni de ningún país. La ITT, con 70% de la telefonía chilena, lideró, desde Estados Unidos, un comité contra Allende. Comité conformado con Purina, Bank of America, Pfizer Chemical y otras empresas más. Desde allí, manipularon la banca privada para bloquear préstamos, boicotearon el mercado del cobre chileno, escasearon los dólares. Se negaron a negociar las indemnizaciones con Orlando Letelier, el embajador chileno en Washington. Salvador Allende les era un político insumiso.
Fomentaron el ‘libre mercado’. Utilizaron el pensamiento de Friedman quien creía que el ‘libre mercado’ complacería las fantasías mentales de todos los pueblos. Varios de los economistas formados en la Universidad de Chicago, bunker del neoliberalismo, se mantuvieron en Chile promoviendo el nuevo modelo económico. ArnoldHarberger, uno de ellos, escribió desde Santiago una carta a sus colegas donde informaba que: ‘en círculos de la derecha se plantea en ocasiones la idea de un golpe militar’. La elección de Nixon ayudó a sus planes quien tenía, según Friedman, ‘…una política exterior creativa y, en general, bastante efectiva’.
Poseían el poder económico suficiente para doblegar, por las buenas o por las malas, a los políticos hostiles. Sólo querían políticos sumisos. Sobornaron con millonarias cantidades a la derecha chilena. Incitaron a la CIA a manipular los resultados electorales contra Allende quien ganaba cada vez más seguidores. Pidieron a Kissinger ‘revisar’ las ayudas internacionales a Chile. Enviaron a Nixon 18 puntos programáticos donde imponían explícitamente el golpe de estado: ‘Contacten con fuentes fiables del ejército chileno…, alimenten y planifiquen el descontento con Allende y luego propongan la necesidad de apartarlo del poder’, citado por Naomi Klein en su libro ‘La doctrina del Shock’.
El experimentó resultó espeluznante: 17 años de dictadura militar, 38 mil torturados, más de 3.200 muertos o desaparecidos. Pavoroso espejo, demasiado repugnante para confiar en el humanismo de la cultura capitalista.