miércoles, 21 de mayo de 2014

DEMOCRACIA DE ORANGUTANES por Jorge Guebely

Nada es más cierto que la mentira en política. Para sobrevivir, cada político debe reinventarse permanentemente en el artificio, ilustrar mejor que nadie los versos de Machado: ‘El hombre sólo es rico en hipocresía. / En sus diez mil disfraces para engañar confía…’.

Profesional del ardid, miente al nombrar la Democracia. Consciente o inconscientemente alude a la Plutocracia, el poder de las elites económicas, los verdaderos electores y gobernantes del país. Elites voraces, sin escrúpulos, dispuestas a todo, incluso al crimen, con tal de ganar escaños en los gobiernos. Actores disímiles la conforman: delincuentes exitosos y encopetados oligarcas, narcotraficantes omnipotentes y poderosos terratenientes, empresarios modestos y grandes capitalistas nacionales e internacionales. Pablo Escobar o Luis Carlos Sarmiento, La Gata o la Multinacional. Cuadro pavoroso de mercaderes en política.

Samper ganó con dineros del narcotráfico; Uribe, con el apoyo paramilitar. Santos visitó en Cartagena a Piedad Zuccardi, tan cuestionadas por sus relaciones con paras; presidente generoso con la ‘mermelada’, (más de tres billones de pesos); utiliza lo bienes del Estado para mercar políticos, esa afrentosa subienda en épocas electorales. Sólo ellos, los plutócratas, pueden feriar senadores, gobernadores, alcaldes... Sólo ellos pueden pagar precios tan elevados por esta mercancía que, según región, sobrepasan los 10 y 15 mil millones de pesos. Sistema electoral distorsionado que Darío Echandía llamó con acierto: ‘democracia de orangutanes’.

También miente el político al esgrimir su ‘vocación de servicio a la comunidad’. Imposible prescindir del compromiso con sus mejores postores. Como los conductores de taxi, va donde lo exige el pasajero, el que paga la carrera. Y deben mentir a la comunidad en sus promesas de campaña, sus espejitos de palabras, las ignominias para quienes no sufragan su elección. Y se mienten también los ciudadanos en su terca ingenuidad de soñar con la eficacia de sus votos. La cantidad de votantes sólo sirve al político para feriarse a mejor precio. En la plutocracia, el poder reside en los pesos del opulento, no en los votos ciudadanos.

Se excluirían del desbarajuste los candidatos de opinión, sus votos fustigan el malestar social: la pasada ‘ola verde’ o la persistencia de algunos candidatos de izquierda. Grupo minoritario, menos del 10% en el Congreso, conminado a ejercer la denuncia. Labor ambigua y dramática, sirve al mismo tiempo para destapar desafueros de plutócratas y, también, para dar credibilidad a la Democracia de los orangutanes.

La ruina política está garantizada en próximas elecciones, ‘… pues nadie tiene la fórmula, según el colombianólogo James Robinson, para quebrar el poder tradicional’.

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