Torpe sería creer en las confrontaciones políticas del uribismo y
santismo, cacareos similares de gallinas distintas, aves de corral sumisas a
los lobos voraces que husmean el gallinero. Políticos con cultura de sátrapas,
de aquellos gobernantes provincianos a favor del imperio persa. Obedecen a los
lobos mundiales, los capitales vivos en el Sistema de la Reserva Federal de Los
Estados Unidos y sus bancos adláteres. Ambas toldas promueven ‘la confianza
inversionista’ por mandato imperial e interés personal. ‘Los países son
gobernados por las grandes corporaciones empresariales que operan en el mundo’,
afirmó insistentemente Saramago.
Uribismo y santismo, súbditos de capitalistas ocultos en el capital financiero, el famoso 1% que posee más del 50% de las riquezas mundiales, quienes omnipotentes afirman que ningún gobierno o ejército está por encima de sus poderes. Sus apellidos suenan cada vez más en el público corriente: Rothschild, Rockefeller, Warburg, Morgan, Lezard… Familias con espíritu mezquino y excluyente, excluyen incluso a Bill Gates por ser un aparecido, un capitalista sin tradición. Poseen poderosos medios de comunicaciones: FOX, CNN, BBC, New York Times, Newsweek… y sus periodistas orientan la opinión pública en su favor económico. Construyen ignorancia para fortalecer poder promocionando la sociedad del espectáculo suntuoso, mediocre e intrascendente.
Para ellos, la democracia se reduce a la competencia entre políticos locales para escoger al mejor servidor de sus intereses globales. Los mejores Sátrapas. A la elección de candidatos incómodos le provocan crisis económicas, cacerolazos y golpes militares. Sucedió con Allende, tan pronto hubo nacionalizaciones, sobrevino el golpe militar de Pinochet. Igual con Argentina, Uruguay y Brasil. Por preservar sus privilegios económicos, importaron miseria, masacres y sangre en los países del cono sur. Y aun cuando casi todos sospechaban el origen del desastre, sólo tiempo después se comprobó científicamente lo sospechado. Puede suceder igual en la Venezuela de hoy, quizás en el futuro descubramos la verdad, que el desajuste social venezolano sea orquestado por las corporaciones financieras, no sólo por las incoherencias de Maduro y el chavismo.
También nuestra democracia les pertenece: uribistas, santistas y otros pocos dominan la contienda electoral. Hay escasa posibilidades de un voto inteligente, la mayoría de candidatos se pelea por el Sátrapa de oro y por las prebendas económicas de político elegido, privilegio infame en una nación tan regalada, tan saqueada y tan empobrecida. Sólo que los lobos, tarde o temprano, se comerán, de un modo u otro, a todas las gallinas del gallinero. Sin embargo, el voto inteligente es posible, votar en contra de tanta satrapía.
Uribismo y santismo, súbditos de capitalistas ocultos en el capital financiero, el famoso 1% que posee más del 50% de las riquezas mundiales, quienes omnipotentes afirman que ningún gobierno o ejército está por encima de sus poderes. Sus apellidos suenan cada vez más en el público corriente: Rothschild, Rockefeller, Warburg, Morgan, Lezard… Familias con espíritu mezquino y excluyente, excluyen incluso a Bill Gates por ser un aparecido, un capitalista sin tradición. Poseen poderosos medios de comunicaciones: FOX, CNN, BBC, New York Times, Newsweek… y sus periodistas orientan la opinión pública en su favor económico. Construyen ignorancia para fortalecer poder promocionando la sociedad del espectáculo suntuoso, mediocre e intrascendente.
Para ellos, la democracia se reduce a la competencia entre políticos locales para escoger al mejor servidor de sus intereses globales. Los mejores Sátrapas. A la elección de candidatos incómodos le provocan crisis económicas, cacerolazos y golpes militares. Sucedió con Allende, tan pronto hubo nacionalizaciones, sobrevino el golpe militar de Pinochet. Igual con Argentina, Uruguay y Brasil. Por preservar sus privilegios económicos, importaron miseria, masacres y sangre en los países del cono sur. Y aun cuando casi todos sospechaban el origen del desastre, sólo tiempo después se comprobó científicamente lo sospechado. Puede suceder igual en la Venezuela de hoy, quizás en el futuro descubramos la verdad, que el desajuste social venezolano sea orquestado por las corporaciones financieras, no sólo por las incoherencias de Maduro y el chavismo.
También nuestra democracia les pertenece: uribistas, santistas y otros pocos dominan la contienda electoral. Hay escasa posibilidades de un voto inteligente, la mayoría de candidatos se pelea por el Sátrapa de oro y por las prebendas económicas de político elegido, privilegio infame en una nación tan regalada, tan saqueada y tan empobrecida. Sólo que los lobos, tarde o temprano, se comerán, de un modo u otro, a todas las gallinas del gallinero. Sin embargo, el voto inteligente es posible, votar en contra de tanta satrapía.
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